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El inicio del proceso de recuperación.

En nuestra isla no existía, hasta finales del pasado siglo, consciencia colectiva de que existieran especies animales con características propias que constituyeran el rico patrimonio que suponen nuestras razas ganaderas autóctonas, hoy generalmente aceptado y formalmente reconocido por los organismos competentes, nacionales e internacionales.

Lo nuestro era lo basto, lo mestizo, lo común, y lo fino y selecto lo que venía de fuera.


Con los perros ocurría lo mismo: los que usaban los cabreros (a los que llamaban perros lobos), los de caza (los actuales podencos), los ratoneros (descendientes de terriers de pelo liso que trajeron los ingleses para combatir las ratas que proliferaban en los almacenes de sus empresas de empaquetado de plátanos) y una abundante y variada gama producto de los cruces indiscriminados entre estos y algunos de las pocas razas foráneas que, ocasionalmente y de forma muy puntual, llegaban a la isla.



En lo que respecta a los perros de los cabreros, su cruce incontrolado con los toros citados daba unos mestizos con muchas de sus características, siendo tan abundante su presencia que no se diferenciaba lo auténtico de loa común, por lo cual, como ocurre en tantos otros casos, vemos lo distante pero no lo que tenemos ante las narices.


En las primeras décadas del siglo, a primeras horas de la mañana, se veía a los cabreros recorrer las calles de Santa Cruz de La Palma y otros núcleos urbanos de la isla con sus cabras que iban ordeñando y vendiendo la leche de puerta en puerta, acompañados siempre de un indispensable auxiliar, un “perro lobo”, por lo común flaco y con aspecto de no haber visto un cepillo en su vida. Otra cosa eran los que, de esta procedencia, eran criados como perros de compañía, entre los que recuerdo en Santa Cruz de La Palma bellísimos ejemplares: Combate, Sport, Soltero…




Con esta mentalidad no puede a nadie extrañar que, a partir de 1954, cuando comenzaron a llegar a la isla perros de la raza pastor alemán, de mejor o peor calidad, se cruzaran conscientemente los viejos “perros lobos” con la nueva y espectacular raza, obteniéndose unos híbridos que llamaban la atención por su belleza.


Fue el declive de la raza, en apenas veinticinco años, casi había desaparecido el primitivo perro que durante siglos había sido el indispensable auxiliar para conducir los rebaños por los caminos e intrincados vericuetos de la isla.


En 1970/1980, jóvenes veterinarios con una nueva visión zootécnica en contacto con personas que sí conocían la diferenciación racial de las especies ganaderas que existían en la isla, y la atención que organismos supranacionales como la UNESCO y la FAO prestaban a la necesidad de conservar las razas autóctonas, inician una campaña que ha

conducido a la realidad actual, al haberse involucrado en la tarea el Cabildo Insular de la isla, como también ha ocurrido en las demás del archipiélago y el Gobierno de Canarias.



En lo que respecta al perro, al oír las quejas de los pastores sobre el comportamiento extremadamente agresivo de los perros cruzados de los que disponían, de los que decían que “no eran iguales a los de antes”, y no contar inicialmente con el apoyo necesario, fue un grupo de amigos quien se impuso la tarea de rescatar el antiguo perro de pastor, cuyo origen fueron los que acompañaron y usaron los primitivos pobladores de la isla, con las influencias positivas que pudieron aportar algunos de los perros que llegaron con posterioridad a la conquista, teniendo en cuenta que está científicamente aceptado que todo aporte negativo desaparece ante la rigurosa selección natural que impone el medio en que tengan que desenvolverse, así como las de carácter funcional, si no cumplen lo que se exige de ellos.


Creado el Grupo de Trabajo, se comenzó por dar nombre propio a la raza, dejando de usar el genérico de “perro lobo”. Al ser la comarca noroeste de la isla y concretamente Garafía por razones de aislamiento, el lugar del que se tenía constancia procedían en el pasado los mejores ejemplares, y el grupo en el que se encuentra encuadrado este tipo de perro según las normas de la Federación Cinológica Internacional (FCI), se decidió el que hoy lleva y con el que está reconocida: Pastor Garafiano.


El siguiente paso fue la elaboración de un cuestionario con una bien meditada encuesta, en la que se formulaban preguntas concretas que permitieran acrecentar y confirmar cuanto ya conocían los componentes del grupo sobre el perro. Se escogieron viejos cabreros, ganaderos y personas de edad que pudieran informar sobre la realidad existente con anterioridad a 1950 y la que se vivía en el momento. Respondieron 37 encuestados y sus respuestas fueron de una coincidencia sorprendente, lo que permitió elaborar un avance de estándar racial para iniciar la búsqueda por todos los rincones de la isla de ejemplares con las características deseadas.


Fue esta la tarea más laboriosa y prolongada en el tiempo, recorriendo los más apartados rincones de la isla donde se nos informaba de la posible existencia de ejemplares. Se les examinaba, fotografiaba y registraba dando por concluido este paso al llegar a 72 perros, de los cuales, después de indagar sobre su ascendencia, se concluyó que sólo nueve de ellos respondían al tipo deseado. Lamentablemente dos estaban castrados y otros dos, por su edad, eran incapaces de reproducirse. Los cinco restantes y los dos estériles pueden considerarse los padres de la raza, pues de estos últimos, se localizaron poco después cuatro hijos que permitieron recuperan sus genes.


La generosidad de los propietarios de estos perros resultó impagable. Uno de ellos realizó los cruces que se le indicó y cedió al grupo dos cachorras, otro prestó una perra para obtener una camada de la misma, otros dos cedieron al grupo de trabajo dos de los padres de la raza para incorporarlos al grupo de reproductores que mantenía el grupo de trabajo y los demás facilitaron el uso de sus perros para los apareamientos deseados.



Ya en este momento se inicia la larga tarea de divulgar el conocimiento de la raza mediante la publicación de trabajos en periódicos y revista, presencia de la mismo en muestras y exposiciones dentro y fuera de la isla, distribución gratuita de cachorros rigurosamente registrado por el Grupo de Trabajo, con compromisos concretos que no siempre se cumplían, etc.


Entre los numerosos valedores que ha tenido la raza, citamos al ya lamentablemente desaparecido Dr. José Luis López Fernández, profesor titular de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Las Palmas, que encomendó a sus alumnos trabajos zootécnicos y morfológicos que sirvieron de base para la confección del estándar de la raza.


Constituida legalmente la Asociación Española del Perro Pastor Garafiano, con ámbito nacional, se inicia el proceso conducente a lograr el reconocimiento de la raza por la Real Sociedad Canina de España, enviando copiosa documentación en repetidas ocasiones sin obtener, lamentablemente, respuesta alguna.




Ya iniciado el siglo actual, la raza era sobradamente conocida y admirada, demandándose desde variados sectores su reconocimiento formal. Fue entonces cuando se remitió la documentación e información necesaria por medio de Don Rafael González, Jefe de Servicios en la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias con representación en el Comité de Razas de Ganado de España, del Ministerio de Agricultura, que acordó su reconocimiento el 29 de Abril de 2003 como raza autóctona española.


Basado en este acuerdo, el Delegado de la Asociación en Madrid, Don Javier Herrera Orta, gestiona y consigue la presentación el 17 de Mayo de 2003 de nueve magníficos ejemplares de nuestra raza, cinco machos y cuatro hembras, en la Muestra de Razas Españolas celebrada en Madrid con motivo de LXXVI exposición Internacional Canina de Primavera. Finalmente, la constancia y tesón de este valioso colaborador logra que, al día siguiente, 18 de Mayo, la Real Sociedad Canina de España, organismo integrado en la Federación Cinológica Internacional, acuerde el reconocimiento formal de la raza, autorizando los reconocimientos iniciales de ejemplares de la misma y designado jueces a tal fin.




(Además de la abundante bibliografía existente sobre el tema que nos ocupa, se encuentra una completa información en el trabajo “Recuperación y Reconocimiento Formal de la Raza Canina Pastor Garafiano”, en el volumen I, año 2005, de la Sociedad de Estudios Generales de La Palma).


Antonio Manuel Díaz Rodríguez, 2009

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